"Los niños son curiosos por naturaleza. Quieren saber qué hay detrás de la pantalla de un televisor, buscan la voz dentro de los radios, les gusta desarmar juguetes y hacen las preguntas más ingeniosas: ¿por qué el Sol es amarillo?, ¿cuánto pesa la Luna?, ¿por qué la lluvia cae hacia abajo?, ¿por qué la gente duerme con los ojos cerrados?

La mayoría de las veces estas preguntas se quedan sin respuesta. Ni los padres ni los maestros sacian la curiosidad científica de los niños. Con el paso del tiempo ellos pierden el asombro y el entusiasmo de saber cómo funciona el mundo.

La solución nos la dan los mismos niños todos los días: hay que regresar a nuestra infancia, asombrémonos con cada cosa que ocurre a nuestro alrededor, hagamos preguntas que parecen tontas, juguemos a descubrir el mundo. ¿Qué más da? Tenemos esa deuda con la infancia. Y recordemos siempre una cosa: los grandes hombres de ciencia nunca pierden al niño curioso que llevan dentro."

Jorge Figueroa

*Fragmento de la editorial de Painani, año 1, núm. 6